La producción de vinos en Argentina ha experimentado una silenciosa pero poderosa revolución: la viticultura biodinámica. Este método, que va más allá de la agricultura orgánica, está ganando terreno en las bodegas argentinas, ofreciendo vinos de alta calidad que respetan y regeneran el entorno natural.
El concepto de biodinámica en la viticultura se basa en principios holísticos, donde la viña se considera un ecosistema interdependiente. En Argentina, las bodegas están implementando prácticas que incluyen la preparación de compost con ingredientes naturales, la alineación de las labores agrícolas con los ciclos lunares y el uso de métodos naturales para controlar plagas y enfermedades.
«Trabajamos la viña como un organismo viviente, cuidando cada detalle para que el vino sea una expresión auténtica de la tierra,» explica una de las enólogas de Bodega Chakana.
Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), el número de hectáreas dedicadas a la viticultura biodinámica ha crecido un 20% en los últimos tres años. Este crecimiento refleja un cambio en la industria vitivinícola argentina, que busca no solo la excelencia en sus productos, sino también la sostenibilidad ambiental.
El compromiso con la biodinámica no solo mejora la calidad del vino, sino que también promueve la regeneración del suelo y la biodiversidad en las viñas, asegurando un futuro sostenible para la viticultura argentina.
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